HISTORIA DE LA MODA
LA MODA EN EUROPA (1700-1800)
Vestimenta de las mujeres
Durante la mayor parte del siglo XVIII, las mujeres llevaban vestidos flotantes. Tenían faldas cubiertas por cestas. La silueta de las mujeres que las vestían parecía una gran campana con una cintura muy pequeña y caderas anchas. La mayoría de los vestidos eran de cintura baja, puntiagudos.
Batas y Vestidos
- En las primeras décadas del nuevo siglo, la vestimenta formal consistía en la mantua de cuerpo rígido. Una enagua cerrada (o "redonda"), que a veces se llevaba con un delantal, sustituía a la falda de mantua abierta y drapeada del periodo anterior, es decir, en la moda entre 1650-1700. Este estilo formal dio paso a una moda más relajad.
La bata a la francesa o bata de espalda de saco tenía un corpiño ajustado con un escote cuadrado, normalmente con grandes lazos de cinta en la parte delantera, amplias alforjas, y estaba profusamente adornada con todo tipo de encajes, cintas y flores. Con pliegues que fluyen desde los hombros era originalmente una moda para no vestir. En su versión más informal, este vestido no se ajustaba ni por delante ni por detrás y se llamaba sacque. Con un estilo más relajado, se pasó de los tejidos pesados, como el raso y el terciopelo, al algodón indio, las sedas y los damascos. Además, estos vestidos se confeccionaban a menudo en tonos pastel más claros que daban un aspecto cálido, elegante e infantil. Más tarde, para la ropa formal, la parte delantera se ajustaba al cuerpo mediante un sotocuerpo de encaje apretado, mientras que la parte trasera caía en pliegues sueltos en forma de caja llamados pliegues Watteau por su aparición en las pinturas de Antoine Watteau.
La menos formal robe à l'anglaise, vestido de cuerpo cerrado o "camisón" también tenía la espalda plisada, pero los pliegues se cosían para ajustar el corpiño al cuerpo hasta la cintura. Presentaba un corpiño ceñido con una falda completa que se llevaba sin alforzas, normalmente cortada un poco más larga en la espalda para formar una pequeña cola, y a menudo se llevaba algún tipo de pañuelo de encaje alrededor del escote.
Cualquiera de los dos vestidos podía estar cerrado por delante (un "vestido redondo") o abierto para mostrar una enagua a juego o en contraste. Los corpiños abiertos podían rellenarse con un stomacher decorativo, y hacia el final del período se podía usar un pañuelo de encaje o lino llamado fichu para rellenar el escote.
Las mangas tenían forma de campana o de trompeta, y se recogían en el codo para mostrar las mangas con volantes o con encaje de la camisa que había debajo. Las mangas se hicieron más estrechas a medida que avanzaba la época, con un volante en el codo, y se añadieron unos elaborados volantes separados llamados o engageante, a las mangas del camisón, de una forma que persistiría hasta la década de 1770.
Con el paso del tiempo, los escotes de los vestidos se hicieron más abiertos, lo que permitía mostrar más adornos en la zona del cuello. A menudo se cosía una gruesa banda de encaje en el escote del vestido con cintas, flores y/o joyas que adornaban el encaje. Las joyas, como los hilos de perlas, las cintas o los volantes de encaje, se ataban en lo alto del cuello. Por último, otro gran elemento de la indumentaria femenina del siglo XVIII fue la incorporación de la cinta de cuello con volantes, una pieza separada del resto del vestido. Este adorno se popularizó en algún momento alrededor de 1730.
Tejidos y colores
- En los primeros años de este periodo, las capuchas de seda en tonos pastel y los colores claros se pusieron de moda en la corte francesa para las mujeres maduras, bajo la influencia de Madame de Maintenon. Las mujeres más jóvenes también llevaban colores claros o brillantes, pero la preferencia era por las sedas de colores sólidos o florales con adornos.
Poco a poco, los adornos en forma de encajes aplicados y las "túnicas" de tela (tiras de tejido fruncido, fruncido o plisado) sustituyeron al estilo liso. Los lazos, los cordones y las rosetas se hicieron populares, al igual que las telas con diseños llamativos. Los vestidos de seda y los stomachers solían estar intrincadamente bordados con motivos florales y de vida, lo que demostraba una gran atención al detalle y un cuidado por la representación exacta de la naturaleza. La moda de mediados de siglo de las telas a rayas hacía que estas se extendieran en distintas direcciones en el ribete y en el cuerpo del vestido.
El Chintz, tejido de algodón indio con imágenes en bloque sobre una base blanca, estaba muy de moda. Las prohibiciones contra su importación para proteger la Británica [seda]], lino y lana no redujeron su atractivo. Las sedas y lanas brocadas presentaban motivos florales similares sobre fondos claros. Las mezclas de lana y seda o de lana y lino eran muy populares. Hasta la década de 1730, los tejidos europeos eran de calidad inferior y no podían igualar los complejos diseños de moda del calicó indio. Europa era capaz de producir petit teints de alta calidad (colores que se desvanecían con la luz y los lavados), pero no podía producir grand teints (colores permanentes resistentes a la luz y al desgaste).
Calzados y accesorios
- El zapato del periodo anterior, entre 1650 y 1700, con su tacón curvado, punta cuadrada y lazo sobre el empeine dio paso en la segunda década del siglo XVIII a un zapato con un tacón alto y curvado. Las mules sin respaldo se usaban en interiores y exteriores, pero no en la calle. La zona de los dedos de los pies eran ahora puntiagudos. Este estilo de zapato seguiría siendo popular hasta bien entrado el periodo de 1750-1795. Los zapatos de la época tenían muchas variaciones de decoración, algunos incluso incluían hilos envueltos en metal.
Las mujeres, sobre todo en Francia, empezaron a llevar una boutonnière, o un pequeño ramo de flores frescas en una "botella de pecho". De unos diez centímetros de longitud, estos frascos de vidrio o lata eran lo suficientemente pequeños como para meterlos discretamente en el pecho o en el pelo, pero también lo suficientemente grandes como para contener agua y evitar que las flores se marchitasen.
LA MODA EN EUROPA (1800-1900)
En el siglo xix, el auge de la burguesía propició la llegada de nuevos roles en la moda, con una mayor acentuación de las diferencias entre sexos: la vestimenta masculina se volvió más austera, con trajes entallados, sin adornos, con preferencia por tonos oscuros; para la mujer, excepto en el período neoclásico, se impuso el uso del corsé y de pesadas faldas con enaguas o crinolina, lo que dificultaba sus movimientos, un símbolo de su escasa libertad a nivel social.
La moda en este siglo se puede diferernciar entre el Romanticismo, Neoclasicismo y Época victoriana
LA MODA EN EUROPA (1900-2000)
- Siglo XX
La actriz Rosa Bruck con un vestido de Jacques Doucet, fotografía de Paul Nadar (1901)
El siglo xx fue el de la moda por antonomasia, la era de los diseñadores, en la que la alta costura llegó a su cénit al tiempo que la moda se hacía más asequible a todos los estamentos sociales. La moda se globalizó y dejó de ser una seña de identidad nacional, al menos en los países occidentales, donde la rapidez de las comunicaciones ayudó a la difusión de los nuevos diseños por todo el mundo. El modista o diseñador adquirió un nuevo estatus de prestigio, de artista creador del que se valoraba más su ingenio e inventiva que su conocimiento del oficio, gracias especialmente a la labor de Charles Worth, el padre de la alta costura, que fue el primero en firmar sus diseños como si fuesen obras de arte.
Vestido de Paul Poiret de 1912, ilustración de Paul Iribe publicada en Gazette du Bon Ton
En esta centuria la moda masculina continuó siendo de ascendencia inglesa, mientras que la femenina estuvo marcada por la costura francesa. En general, la indumentaria se fue simplificando y cobró mayor relevancia el carácter práctico y utilitario de las prendas, así como su aspecto deportivo y urbano. En moda femenina, las faldas se acortaron y apareció la minifalda; también empezaron a usar pantalones como los hombres y surgió la moda «unisex». Hacia mediados de siglo los dictámenes de la moda pasaron a Estados Unidos, que impuso un tipo de moda juvenil, práctica y deportiva, ejemplificada en el blue-jean o pantalón vaquero. En los años 1960 apareció la moda hippy, de signo anticonvencional y antitecnicista, con un retorno a la tradición y a las prendas naturales. En los últimos años cobró un gran auge el prêt-à-porter, el diseño de moda a precios económicos y al alcance de cualquier estamento social, por su producción en serie. En las últimas décadas también proliferaron los movimientos alternativos, la moda de las llamadas tribus urbanas, que buscaban diferenciarse del resto de la población sobre la base de unos gustos comunes en música, ropa y elementos estéticos alternativos.205
El mercado de la moda vivió cambios sustanciales, gracias especialmente al incremento de la producción textil y la democratización de los precios. Surgió el sistema de presentación de colecciones gracias a las pasarelas, entre las que destacaron las de París, Londres, Nueva York, Roma y Milán. Los medios de comunicación de masas difundieron la moda de forma más rápida y con alcance universal. Así, cobraron un gran auge las revistas de moda, cuyos editores ganaron gran relevancia a la hora de imponer criterios de moda, entre cuyos nombres cabría citar a Condé Nast, Carmel Snow, Diana Vreeland y Edna Woolman Chase. De igual manera, la fotografía ayudó a difundir las modas y crear tendencia, gracias a la labor de fotógrafos como Edward Steichen, Horst P. Horst, Richard Avedon, Irving Penn, David Bailey, Helmut Newton, Mario Testino y otros.
En este siglo aumentó considerablemente la consideración otorgada a los accesorios y la mayoría de grandes casas de alta costura incluyeron estos productos en sus diseños de marca, especialmente zapatos y bolsos. Coco Chanel llegó a decir que «el accesorio es lo que hace o deshace a la mujer».
Por otro lado, en esta centuria aparecieron nuevas fibras de origen sintético o artificial, como el rayón (1912), el nailon (1938), el poliéster (1941), o la fibra acrílica (1947). Otra innovación fue el cierre por cremallera, un sistema de dientes mecánicos que se superponen patentado en 1913 por Gideon Sundbäck
- La transición entre los siglos xix y xx fue conocida como Belle Époque o, en Reino Unido, como «época eduardiana», que coincidió en arte con el estilo Art Nouveau, caracterizado por un decorativismo exagerado. Esta época se significó por el lujo y la ostentación, por el hedonismo y la despreocupación, en lo que fue el canto del cisne de la alta sociedad. A principios de siglo, se llevó en moda femenina la silueta en forma de S, con el cuerpo rígido, el busto hacia delante y las caderas hacia atrás. La silueta de la mujer era alargada, de tronco ceñido, para lo que se usaba el «corsé saludable» o swan bill, un corsé abdominal con forma de S que ceñía sin constreñir el estómago, ideado por Inès Gaches-Sarraute. Comenzaba por debajo del busto, al que otorgaba la forma llamada «pecho de paloma», y desplazaba las caderas hacia atrás, acentuando las nalgas, lo que a la larga provocaba problemas musculoesqueléticos. Por ello, en los primeros años del siglo el corsé fue desplazado por el uso de sujetadores y enaguas. Aun así, hacia 1908, el surgimiento de las faldas tubo (hobble skirt), unas faldas rectas y estrechas inspiradas en el estilo Imperio, conllevó el uso de corsés tipo faja, lo que redujo de nuevo la movilidad de la mujer. La falda era acampanada, ajustada en las caderas y con una pequeña cola. Las mangas, ahuecadas, fueron apodadas «mangas jamón». Los vestidos se complementaban con múltiples adornos, como encajes, cintas y lazos, boas y plumas de avestruz. Entre los tejidos predominaron el lino, la lana, la muselina, el tul y el chiffon, con preferencia por los tonos pastel, especialmente azul, malva y rosa. Los zapatos eran puntiagudos y con tacones barrocos. Entre los complementos, destacaban las medias de seda, guantes, sombrillas y abanicos.
En la antesala de la Primera Guerra Mundial se generalizaron los «trajes sastre», formados por falda, blusa y chaqueta. Se valoraba cada vez más la funcionalidad, el uso de una vestimenta que, sin renunciar a la elegancia, fuese práctica. El traje sastre representó la irrupción de un tipo de mujer más moderna, abocada cada vez más a actividades de ocio y deporte, así como progresivamente al mundo laboral. La falda del traje sastre era más corta, hasta el tobillo, lo que otorgaba mayor movilidad. El material más usado para este conjunto era la sarga para el invierno y el lino para el verano, materiales más ligeros que resultaban igualmente más cómodos. Estuvo de moda entonces el escote con forma de V, en vez de los altos cuellos que se llevaban hasta entonces, así como el uso de una túnica hasta la rodilla superpuesta a la falda, que llegaba hasta el tobillo
- Período de entreguerras
Algunos de los primeros diseños de Coco Chanel, publicados en 1917 por Les Elegances parisiennes
Durante la Primera Guerra Mundial la confección sufrió restricciones, debido a la escasez de material y a las carencias motivadas por la conflagración. La mayoría de casas de alta costura cerraron. Las mujeres optaron mayoritariamente por los trajes sastre y un estilo austero de inspiración militar. Sin embargo, tras el conflicto surgió la voluntad de dejar atrás los años de privaciones y volver a disfrutar de la vida, retomando en cierta medida los años festivos de la Belle Époque. Por otra parte, la mayor libertad de la que habían gozado las mujeres durante la guerra quiso ser perpetuada tras el fin de la contienda, ya que no quisieron renunciar a los adelantos conseguidos: la femme ornée de los años anteriores a la guerra se convirtió en la femme liberée. Así, en los años 1920 se impuso una estética andrógina de formas planas y rectilíneas, con vestidos cortos de cortes rectos, con cierta inspiración en el cubismo y el art déco, los estilos artísticos del momento.
En estas décadas la ropa deportiva evidenció un notable auge, especialmente en actividades como la natación, el tenis, la hípica, el golf y el esquí, para las que se desarrollaron prendas específicas. Numerosos modistos diseñaron este tipo de prendas, como Jean Patou, que ideó un vestido sin mangas con falda plisada hasta la rodilla para la tenista Suzanne Langlen. Otro tenista, René Lacoste, popularizó el polo, una camisa de piqué de algodón de manga corta y cuello plano, que comercializó con su famoso emblema del cocodrilo en la pechera. El duque de Windsor popularizó los jerséis policromados (o jerséis jazz) para la práctica del golf. Para las actividades acuáticas, Elsa Schiaparelli diseñó unos bañadores de punto ceñidos al cuerpo, decorados con rayas verticales u horizontales. También surgieron los pijamas de playa, como los creados por Coco Chanel con pantalones de campana inspirados en los de los marineros. En 1925, la incorporación del látex permitió confeccionar bañadores más elásticos y adaptados al cuerpo.
En este período surgieron las bermudas, unos pantalones hasta la rodilla llamados así por las islas homónimas, un lugar frecuente de veraneo durante los años 1930 y 1940, en el que estaba prohibido que las mujeres llevasen las piernas descubiertas. Desde entonces fue una prenda habitual para los períodos de calor, usada por ambos sexos.
- Glamour y vanguardismo (1945-1970)
Vestido de noche diseñado por Christian Dior
En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial la moda fue preferentemente utilitaria, debido a la escasez de recursos. En Reino Unido, la Cámara de Comercio promovió el Plan de Utilidad (Utility Scheme) —vigente hasta 1952—, que regulaba todos los aspectos de la producción textil, desde el diseño y la fabricación hasta los precios y la cantidad de ropa disponible para el público. Se instauró una línea austera, práctica y simple, de cortes sencillos, chaquetas cuadradas y faldas rectas o tableadas, con hombros anchos y cinturas estrechas.
En los años 1950 se llevaron las líneas suaves y ondulantes, así como nuevas prendas que destacaban por su funcionalidad, como los vestidos camiseros, las faldas plisadas y los twin-set, unos conjuntos de chaqueta cárdigan y jersey a ras de cuello.ç
En los 1960 lanzó sus impermeables de plástico y sus vestidos con talle estilo Imperio. Vistió a muchas celebridades, como Marlene Dietrich, Greta Garbo, Grace Kelly, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jackie Kennedy o Fabiola de Bélgica, para la que diseñó el traje de novia. En honor a su obra tiene dedicado el Museo Balenciaga de Guetaria, el primero dedicado únicamente a un modista.
os años 1960 vieron el auge del prêt-à-porter, la introducción de las fibras artificiales y un mayor afán por dirigirse cada vez más a un público más joven, así como una inspiración cada vez mayor en el arte de vanguardia. La moda se relacionó cada vez más con la cultura del momento, la música, la literatura, las artes visuales: fue la moda pop, que traslucía un sentimiento renovador, basado en la cultura popular, con exaltación de la juventud como valor positivo universal y una mayor preocupación por la creación de una moda de alcance masivo, dirigida a todos los públicos y a cualquier poder adquisitivo.
En esta década, caracterizada por la carrera espacial, surgió la moda futurista, que se basó en el uso de fibras sintéticas. Diseñadores como André Courrèges, Pierre Cardin y Paco Rabanne lanzaron una serie de prendas y complementos confeccionados con estos nuevos materiales, aunados a la utilización de piezas metálicas. Courrèges lanzó en 1964 su colección Moon Girl, formada por minivestidos de telas densamente tejidas, así como pantalones y túnicas, gorros parecidos a cascos de astronauta, botas acolchadas o calzado plano de charol. Cardin fue pionero de la ropa unisex con su colección Space Age, que incluía vestidos tubulares, tabardos y monos de punto. En sus siguientes colecciones incluyó minipichis, túnicas de colores brillantes y botas de PVC. También creó unas chaquetas en las que combinaba telas con metal y vinilo, con cuadros estilo op art. Rabanne también experimentó con nuevos materiales, como su vestido de placas de Rhodoid (plástico de acetato de celulosa) de 1966, elaborado con cortadores de metal, alicates y soplete. Otros materiales con los que trabajó fueron la fibra de vidrio, el cuero fluorescente, el papel, el metal martillado y el aluminio. Pionero en el reciclaje de materiales, fue considerado un iconoclasta de la moda. Continuó la estela de estos tres diseñadores el estadounidense Rudi Gernreich, que trabajó también con el vinilo y el plástico; en 1962 lanzó el monokini, un bañador sin la parte de arriba.
En estos años empezó a despuntar la moda inglesa, con un tono más vanguardista que la francesa, como los estampados geométricos inspirados en el op art o las prendas que imitaban los trajes de los astronautas. Una innovación fue la minifalda, ideada por Mary Quant, quien también introdujo el uso de leotardos en el vestir diario, una prenda usada hasta entonces para el deporte. El Reino Unido siempre había destacado en moda masculina, juvenil y deportiva, pero desde los años 1960 inició un auge en alta costura de diseño moderno y vanguardista. La moda inglesa gozó de amplia difusión gracias a fenómenos musicales como los Beatles y los Rolling Stones, que difundieron la moda pop. En el Londres de los 1960 se popularizaron las boutiques para la venta de ropa, hasta entonces centralizada especialmente en los grandes almacenes, enfocadas sobre todo a un público juvenil. El modisto John Stephen fue el principal proveedor de ropa para la corriente de los mods, caracterizada por el uso de parkas militares, trajes de corte italiano, camisas de cuello grande, corbatas anchas tipo kipper y botas Chelsea. También estuvo de moda esos años el uso de uniformes militares y las chaquetas con la bandera británica (la Union Jack). Por otro lado, Tommy Nutter modernizó el traje tradicional y lo adaptó a la nueva cultura urbana.
En estos años empezó a despuntar la moda inglesa, con un tono más vanguardista que la francesa, como los estampados geométricos inspirados en el op art o las prendas que imitaban los trajes de los astronautas. Una innovación fue la minifalda, ideada por Mary Quant, quien también introdujo el uso de leotardos en el vestir diario, una prenda usada hasta entonces para el deporte. El Reino Unido siempre había destacado en moda masculina, juvenil y deportiva, pero desde los años 1960 inició un auge en alta costura de diseño moderno y vanguardista. La moda inglesa gozó de amplia difusión gracias a fenómenos musicales como los Beatles y los Rolling Stones, que difundieron la moda pop. En el Londres de los 1960 se popularizaron las boutiques para la venta de ropa, hasta entonces centralizada especialmente en los grandes almacenes, enfocadas sobre todo a un público juvenil. El modisto John Stephen fue el principal proveedor de ropa para la corriente de los mods, caracterizada por el uso de parkas militares, trajes de corte italiano, camisas de cuello grande, corbatas anchas tipo kipper y botas Chelsea. También estuvo de moda esos años el uso de uniformes militares y las chaquetas con la bandera británica (la Union Jack). Por otro lado, Tommy Nutter modernizó el traje tradicional y lo adaptó a la nueva cultura urbana.
- La era del individualismo (1970-2000)
Izquierda: vestido de Roy Halston Frowick (1976). Derecha: vestido de Yves Saint Laurent (1971)
Las últimas décadas del siglo vieron una preferencia cada vez mayor por la individualización de la moda, iniciada en los años 1970, que Tom Wolfe definió como «la década del yo».Se buscaba un estilo personal alejado de los dictados de los grandes modistas, en el que se valoraba la imaginación y la novedad. La depresión económica derivada de la crisis del petróleo llevó a la moda a una búsqueda de prendas más baratas y funcionales. Por el día se llevaban prendas convencionales, de colores neutros, pero por la noche se desbordaba la fantasía, con colores estridentes y combinaciones extravagantes.
Los años 1970 se iniciaron con un cierto retorno a líneas más sencillas inspiradas en el pasado, como reacción a los estilos efímeros y eclécticos de la década anterior, lo que vino en denominarse «romanticismo nostálgico». Inspirado en las épocas victoriana y eduardiana, se tradujo en vestidos de algodón estampado y batas fruncidas de diseños florales. Una de sus máximos exponentes fue Laura Ashley, diseñadora de vestidos de algodón de un blanco puro o de motivos florales, con mangas ajamonadas, escotes modestos, talles altos, faldas largas y elementos ornamentales de encajes y volantes. En Estados Unidos, Ralph Lauren lanzó una colección en esta línea inspirada en la moda de los colonos del oeste norteamericano, que fue bautizada como estilo «casa de la pradera».
Estos años vieron un repunte de las prendas de punto, que se introdujeron en los circuitos de prêt-à-porter, no ya solo en los tradicionales jerséis, guantes y bufandas, sino en conjuntos completos de vestidos y complementos de punto. Una de las artífices de la nueva distinción de este género fue Sonia Rykiel, caracterizada por sus prendas de rayas sobre fondo negro, con sisas elevadas y mangas estrechas; también introdujo el uso de textos en las prendas de punto. Por otra parte, la empresa italiana Missoni introdujo los estampados en los géneros de punto. También en esta década surgió el concepto one stop, las prendas intercambiables de una sola firma, con las que se podía confeccionar un fondo de armario acudiendo a una única boutique, un concepto valorado por la moderna mujer trabajadora. Surgido en Estados Unidos, esta variedad de compras tuvo exponentes como Roy Halston Frowick y Calvin Klein. También en esa línea práctica, en 1973 Diane von Fürstenberg lanzó su «vestido envolvente», válido tanto para día —con un blazer— o la noche —con joyas y zapatos de tacones—.
En la década de 1970 se dieron los estilos glam y disco. El primero se dio sobre todo en Reino Unido, protagonizado por cantantes como Elton John, David Bowie o Marc Bolan. Era un estilo extravagante y andrógino, con gusto por las lentejuelas, los leotardos ajustados, los monos estampados y las botas de plataforma, así como cortes de pelo tipo mullet y abundante uso de pintura corporal. El disco se dio en Estados Unidos, popularizado por películas como Saturday Night Fever (1977), protagonizada por John Travolta. Se llevaba la ropa ceñida, como los pantalones de elastano, las blusas de tubo con lentejuelas y los tops de lúrexnota con cuello halter.nota Ambos eran estilos que preconizaban la libertad sexual, una causa que perdió fuelle con la aparición del sida en 1981.
A estos estilos sucedió el punk, aparecido en Londres en 1976, un movimiento rebelde e inconformista que defendía la imagen autogestionada, la búsqueda de la propia personalidad a través de la indumentaria y el aspecto corporal.Vinculado a la música del mismo nombre, fue un estilo rupturista, transgresor, rebelde, con una estética que más que una moda era una «antimoda», basada en las prendas de cuero muy ajustadas, con preferencia por el color negro, y con mayor vistosidad en los peinados, en los que predominaron las crestas de vivos colores. Tuvo su epicentro en la boutique Sex (posteriormente Seditionaries), en King's Road (Londres), propiedad de Vivienne Westwood y Malcolm McLaren, donde se vendían prendas de inspiración fetichista. Promocionada por grupos musicales como Sex Pistols, este estilo caló en un sector de población juvenil descontento con la sociedad de su tiempo, para el que la imagen rompedora que llevaban era una forma de diferenciarse y de protestar frente a los valores burgueses, a través de prendas como los pantalones bondage, las camisas Anarchy, las camisetas destroy y los «jerséis del verdugo», que a menudo incluían imágenes provocativas, desde esvásticas y pornografía hasta retratos de Karl Marx. Otra inspiración para estas prendas fue la ropa militar y la del mundo motero, así como el tartán, en colores estridentes como el rosa fluorescente, el azul eléctrico y el amarillo dayglo, junto al rojo, blanco y negro.
Entre los años 1970 y 1980 la moda masculina denotó una fuerte influencia de la ropa deportiva, aunada a una amalgama de influjos que iba desde la ropa clásica hasta el estilo pop, todo lo cual devino en un estilo apodado «casualismo». El look casual se basaba en el uso de marcas prestigiosas de ropa y una gran atención a los detalles, si bien con una gran heterogeneidad en la elección de prendas y un cierto componente elitista. Algunas de las prendas predilectas eran los tejanos Lois, las zapatillas Adidas o la ropa deportiva de Lacoste, Fila o Ellesse. Fueron iconos de este estilo el tenista Björn Borg, el golfista Arnold Palmer y el cantante David Bowie.